domingo, 18 de abril de 2010

El hombre que está en la garita

El hombre que está en la garita

Según el Ministro de Gobernación, 7 de cada 10 agentes de la Policía Nacional Civil son pobres. Ganan Q3 mil 200 mensuales. Los policías privados los ven con envidia: ellos reciben en promedio Q2 mil.


Las paredes alguna vez fueron verdes. Ahora están roídas, como si alguien se hubiera dedicado a dibujar mapas de países que no existen con el repello. Efraín no repara en ellas, ya apenas y le presta atención al póster de una rubia en bikini que le restriega en los ojos una playa de arena blanca, hace mucho tiempo que perdió el interés en ese cuartito de cemento donde pasa la mayor parte del tiempo. Está más interesado en abrir el empaque de jamón que tiene entre las manos, no hay tijeras ni cuchillo, así que se lleva una punta a la boca y la hala con los dientes hasta romperla. Saca una rodaja con brusquedad y la dobla dentro de una tortilla. “¿Los PNC andan diciendo que son pobres? Púchica que se vengan un par de días aquí y van a ver qué es ser pobre”, dice mientras alza la bolsa de jamón y explica con un bocado entre dientes: “Este es mi almuerzo y cena dihoy… y eso porque una señora me lo vino a regalar, si no hubiera comido las puras tortillas”. La bolsa tiene un sello naranja fluorescente que grita “oferta especial” y un tiquete blanco donde además del precio está la fecha de caducidad: pasó hace un par de semanas.


El 4 de marzo, saltó la noticia de que 7 de cada 10 policías nacionales civiles viven en pobreza y 3 de ellos en extrema pobreza. A los guardias privados la situación de los PNC les da envidia, con sus Q3 mil 200 mensuales son ricos comparados con ellos, que ganan en promedio Q2 mil.
Ante la ola de inseguridad y la incapacidad de la PNC para detenerla, al ciudadano común no le queda más remedio que contratar a una empresa privada que le brinde seguridad, pero quizá muy pocos reparen en a quién están contratando, en la formación que obtuvo antes de llegar con su uniforme listo y su escopeta en mano, de dónde viene y qué preocupaciones le rondan por la cabeza a diario. Están allí, dan confianza, nos hacen dormir tranquilos por las noches, pero muy poco sabemos de quien nos cuida.


Pues quien nos cuida suele ser una persona pobre, generalmente no mayor de 30 años y con un nivel de escolaridad que escasamente llega al sexto grado de primaria. No duerme, pasa 24 horas en una garita, a veces sin las condiciones necesarias, y que por si fuera poco no se ha alimentado bien.
Hay dos grandes semilleros de guardias privados: los ex soldados y los campesinos. Los primeros perdieron el empleo cuando los Acuerdos de Paz obligaron a reducir al Ejército en un 33 por ciento. Al final se redujo en un 66 por ciento y muchos ex combatientes que enfrentaron a la guerrilla son ahora agentes privados. El segundo grupo viene del campo, donde las condiciones de vida se han hecho intolerables y el sueldo de un agente es la única alternativa. Muchos campesinos no dejan del todo su cosecha, siembran, luego viajan a la capital se integran a una empresa de seguridad privada y cuando llega la época de la cosecha se van de vuelta a sus comunidades. Cosechan, venden y vuelven al servicio de seguridad.


Pero ser agente privado de seguridad no es trabajo ideal, no sólo por el bajo salario, también por las condiciones extenuantes del empleo. Turnos de 24 horas seguidas, pasar la mayor parte del día de pie sosteniendo una escopeta, en ocasiones bajo el sol. Sumado a que muchas veces el trato que reciben de sus patrones es todo, menos cordial. Rodolfo Muñoz, presidente de la Gremial de Agencias de Seguridad, tuvo una vez que retirarle definitivamente el servicio a una empresa. Le habían contratado para que un agente cuidara una bodega, pero el dueño del local decidió encerrar al agente desde el 24 hasta el 27 de diciembre, para estar seguro que durante las fiestas no le iban a robar. Le dejó comida y agua, y para hacer sus necesidades solo una reposadera.


A Elvis, guardián de un parqueo de la zona 1, hay veces que se olvidan de mandarle el relevo. Una vez pasó dos días y medio trabajando, sin poder apenas dormir, “sólo pestañear”, como él dice. “Son deficiencias administrativas, no todas las empresas son así”, dice Carlos Maldonado, presidente de la Cámara de Seguridad, “como en cualquier empresa hay errores, pero no todas son así, hay buenos y malos”.

Listo en 15 días

Antes de que un agente de seguridad reciba su uniforme y su arma, debe pasar por un proceso. Un proceso “exprés” podría llamarse: 15 días en los que hay que atiborrarle de conocimientos, desde leyes, hasta relaciones humanas y primeros auxilios, pasando por el manejo de las armas.

Martín, de la empresa, Serpsi, no tuvo 15 días de preparación. Para él sólo fueron 8, urgía su presencia en una garita, “a veces dan 3 días nada más”, cuenta. Martín trabajaba antes en el campo y nunca había tocado un arma, pero en una semana se estrenó como agente de seguridad privada. Gana Q930 mensuales y lleva 3 años en la empresa.
Los aspectos básicos de la capacitación son, de acuerdo a Maldonado, “relaciones humanas, derecho, operatividad, control de accesos, rondas perimetrales y uso del armamento”. Cada empresa imparte su capacitación como mejor le parezca, “esto es como un traje a la medida, cada quien lo diseña”, ejemplifica Maldonado.
El informe Seguridad Privada en Guatemala, elaborado en 2002, da cuenta de esta situación: “el hecho de que no existan agencias de formación e instructores homologados, con currículo, programa y sistemas de evaluación no permite requerir el cumplimiento objetivo de estos requisitos. De esta manera se abre un gran y disperso abanico de formas para darle cumplimiento, lo que otorga un poder de amplia discrecionalidad al tratamiento por la autoridad de dichas obligaciones. La formación de los agentes se realiza de forma artesanal e improvisada y sin exigencias de calidades especificas”.


Muñoz, que además es director de la empresa USI, capacita a sus empleados con videos, charlas y talleres. En la televisión sus agentes aprenden sobre derechos humanos, cómo actuar ante una emergencia y reglas de cortesía con sus patrones.
La PNC planteó hace unos años la posibilidad de que los agentes privados se capacitaran en la academia de la PNC, pero los empresarios no estuvieron de acuerdo, ellos piensan que las labores de los agentes no son las mismas que la de las fuerzas públicas y requieren una atención más específica. La PNC elaboró un manual, pero no todas las empresas lo ofrecen a sus empleados.


La escolaridad de los agentes privados es, en promedio, sexto primaria. Aunque hay policías que apenas llegan a tercer año. La ley actual, el decreto 73-70, obliga a que todos tengan la primaria completa, pero no se cumple. La nueva ley, que se debate en el Congreso, divide a los agentes en tres rangos: vigilantes, escoltas y guardias. Los primeros deben tener hasta sexto primaria, los escoltas el ciclo diversificado concluido y los guardias la educación del nivel básico.
De acuerdo a la gremial, el 35 por ciento de sus empleados tiene menos de 25 años. La Ley de Armas estipula que ningún menor de 25 años puede portar un arma, tiene derecho únicamente a tenerla en casa. Con las empresas de seguridad es distinto, los agentes pueden llevarla siempre que tengan puesto el uniforme. No tienen que hacer un trámite en el Digecam como el resto de ciudadanos, es la empresa la que tramita un permiso para todos sus agentes. Con la nueva ley quieren un control mayor en ese sentido y prohibir que cualquier guardia privado utilice un arma si tiene menos de 25 años.
“Con esto se limita la generación de empleo”, opina Mario Mérida, analista en temas de seguridad, “lo que hay que hacer es penalizar fuertemente a las empresas cuyos agentes cometan delitos. Así las mismas empresas van a tener que mejorar sus controles y van a hacer una mejor selección de su personal. Si contratan a alguien de 18 años van a pensar mejor dónde ponerlo, no lo van a mandar de guardaespaldas o a un puesto de más riesgo”, agrega.

Viajes constantes

“Yo no estoy de acuerdo con los turnos de 24 horas”, dice Maldonado, “pero son los mismos empleados los que los piden”. La razón principal es que ahorran dinero en transporte, si viajan todos los días a su casa deberán pagar dos boletos. Además, muchos de ellos viven en pueblos alejados lo que les obliga a hacer viajes más largos. Pasar la noche en la garita supone un gasto menos: el de una pensión. Los turnos de 24 horas, son también un reflejo de su pobreza.
Un supervisor de agentes se sorprendió el día que se topó con dos de sus guardias cortando un puñado de grama que luego hirvieron en una olla. Era su almuerzo, sopa de monte. No hay dinero para comprar pollo. “Un muchacho que tiene cinco o seis hijos no va a estar bien con el sueldo”, expresa Maldonado, “no como uno que tenga solamente un hijo y su señora también labore”.
Pedro es uno de los que no está bien. Tiene 7 hijos, que mantiene con los Q950 que recibe cada quincena, además del dinero que gana su esposa por la venta de comida. A Pedro no le gusta su empleo, pero fue lo único que pudo conseguir. Cuando se acabó la guerra se acabó también su sueldo como militar, no estudió más que hasta tercero primaria y no aprendió otra cosa que no fuera disparar un arma. Tiene un sueño: ser guardaespaldas y trabajar por su cuenta, pero para eso tendría que comprarse una pistola y los ahorros nunca le alcanzan.
Si un agente de seguridad privada muere, su viuda e hijos recibirán Q25 mil, el monto que exige la ley para su seguro de vida.

Poco control

“Habrá que quitar las garitas y abrir las puertas”. Ante el comentario de una vecina, un silencio desolador acapara la reunión de vecinos, en la colonia Utatlán. Sólo lo interrumpe la voz de un hombre mayor, jubilado, “pues entonces vamos a conocer al diablo”, una señora se santigua y a los demás les recorre un escalofrío. Ya es impensable vivir sin guardias en las puertas, sin alambre electrificado, sin puertas con candados irrompibles. La seguridad privada se ha convertido en una necesidad.
En Guatemala trabajan 22 mil 308 policías públicos. De ellos 774 están inactivos y 3 mil 407 laboran en oficinas administrativas. Eso quiere decir que en las calles hay 18 mil 127 PNC cubriendo todo el país (como se dividen en 3 turnos para los descansos, al mismo tiempo sólo hay 14 mil 827 policías en la calle). Hay un policía para cada 717 guatemaltecos. No se dan abasto, y esa es una de las muchas razones para que el ciudadano busque la privada. Porque si hablamos de policías privados los números cambian drásticamente. El Ministerio de Gobernación tiene registradas 148 empresas. Hay 70 más en proceso de legalización y algún puñado que labora clandestinamente. La Unidad de Control de Entidades Privadas de la PNC asegura que entre todas suman 60 mil agentes privados. Pero la Cámara de Seguridad estima que hay más, no menos de 80 mil. El Informe de Desarrollo Humano de las Naciones Unidades, para 2010, dice que son 106 mil 700. En la cantidad de agente no hay consenso, pero en cualquiera de los 3 casos superan con creces a los policías públicos.


Tomando en cuenta la cifra más conservadora, la de 60 mil agentes, quiere decir que hay un policía privado por cada 216 ciudadanos. Un PNC para cada 717.
A todos estos agentes debe supervisarlos un equipo de 42 personas que labora en la Unidad de la PNC. Su tarea es revisar que todos estén legalmente inscritos en Gobernación, que usen las armas con el calibre permitido y que no cometan ilegalidades. Además, son los únicos que velan porque las compañías de seguridad cumplan las normas establecidas.
“Cada mes nos mandan un reporte”, cuenta el oficial Alberto Aceytuno, jefe de la unidad. El reporte incluye una declaración jurada de las armas que posee la empresa. “La unidad de control casi ni existe. Para la cantidad de policías privados que hay deberían de crear un viceministerio específico”, opina Mérida.
Un informe del PNUD registra que los ciudadanos gastaron en 2006, US$574 millones en seguridad privada, mientras que el Estado gastó US$251 millones en pública.


Efraín engulle el jamón. Es un banquete, aunque esté vencido. El póster de la rubia ya no le llama la atención, al principio hacía más agradable la garita… quizá sea hora de cambiarlo por una morena.


http://www.elperiodico.com.gt/es/20100417/portada/146508/


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UNA SONRISA

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UN DIA CUALQUIERA DISFRUTANDO DE MIS AMIGOS

Amigos!!!

ME ENCANTO EL MENSAJE QUE ESTA CANCION TIENE, POR QUE LO QUE DICE DE LA AMISTAD(LOS AMIGOS) ES MUY CIERTO.

Los efectos

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Esto es uno de los efectos del wuaroo!!! despues de una larga velada celebrando una gran borrachera que termina en..... una gran resaca!!!!!